Parece mentira, todos saben más que tú y siempre lo harían mejor. Te dicen sus experiencias para que las repitas aunque salta a la vista que su estrategia fracasó, sus hijos están traumados, son vírgenes a los 40 y no pueden concentrarse ni para cruzar una calle. Bastaría con no salir a la calle, aislarte y no socializar en lo absoluto. Marina, me acompañó el lunes a una reunión de adultos, una de esas reuniones donde hay todo un código de comportamiento, una orden del día y horario. Estaba lloviendo, era tarde para ella y estuvo demasiado inquieta. Hizo ruiditos TODO el tiempo. Se ganó el premio "yo existo" y "el dolor de cabeza más intenso del mundo".
Yo estaba muy tensa porque reconocía que los demás estaban incómodos, traté de contenerla, de calmarla, dormirla, distraerla, sentarla, controlarla, dejarla para ver si así se calmaba. Nada funcionó. Me salí, avergonzada y enojada, antes de que terminara la reunión. Marina, como si nada, feliz de su fiesta y sin saber que los demás estábamos padeciéndola.
Dos días después, una de las personas que estuvieron ahí me dicen que Marina se puso así porque yo la estaba reprimiendo.
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