martes, septiembre 13, 2022

Advertencias del clasismo en el movimiento feminista, consideraciones de Clara Zetkin

Si aspiramos a un mundo más justo hace falta dialogar, argumentar y repensar nuestras ideas porque en contra de la narrativa hegemónica impuesta por la continua repetición, nosotras tenemos la carta de la duda, el pensamiento crítico. Y es que hay una fina línea entre seguir igual y transformar las circunstancias de opresión, injusticia y desventaja de las personas en general. Ya que, si se habla de discriminaciones, todas están relacionadas unas con otras, imbricadas, como en un tejido complejo en el que si se retira una forma de violencia desafortunadamente quedan las otras. En una sociedad acostumbrada al clasismo, racismo, machismo, homofobia, lesbofobia, adultocentrismo, gordafobia, transfobia, misoginia, etc., desenmarañar la madeja de las relaciones de desdén es muy complejo. Parece un gran enredo en el que la sobrevivencia de una sola forma de opresión se justifica con extrañas buenas intenciones, sobre todo en los temas de mujeres. Como, por ejemplo; se puede suponer que no es machismo sino “galantería”, no es homofobia sino “decencia”, no es adultocentrismo sino “disciplina”, o gordafobia sino “necesidad de salud”. Pero hay una forma de discriminación que está por encima de casi todas, es la explotación. Explotar el trabajo de las mujeres, abusar de su mano de obra y hasta dar por sentado que las mujeres “sirvan”, es un cáncer que habita en toda la estructura social patriarcal. Es común que los varones no reconozcan sus propios privilegios por el simple hecho de ser hombres, porque ni siquiera ven la cotidiana forma en la que las mujeres trabajamos el doble que ellos por ser mujeres. Es tan común y parece tan “natural” que ni siquiera lo podemos reconocer como sociedad. ¿Se puede considerar el “ser mujer” como una categoría de clase en sí? porque en el azar de la biología las personas pueden nacer con pene o con vulva o intersexuales. Y se nos trata diferente en razón de nuestros genitales, pero más allá de lo físico- biológico, la clase social marca desde el principio la manera en la que las mujeres serán cosificadas y utilizadas como medio. La explotación, la clase social es un aspecto crucial que debe ser observado en todo momento. Una vez que conocemos las razones que ofrece Marx para desenmascarar la mal llamada acumulación originaria nos convencemos de las continuas injusticias del capitalismo, nos comprometemos a denunciar el despojo por medio del cual unos se posicionan por encima de otros, y más aún, nos damos cuenta en la manera en la que el mito de la diferencia entre hombres y mujeres opera con opresión, explotación y abuso al trabajo gratuito de ellas en general. La lucha de clases en el tema de las mujeres y para las mujeres es vigente y urgente. Ser mujer es ser ubicadas en un escalafón inferior al de los varones, aún más las mujeres trabajadoras. Clara Zetkin conversó con Lenin sobre la diferencia de la libertad individual y de privilegios por la que se pronunciaban las mujeres burguesas o pertenecientes a la burguesía versus la emancipación comunitaria por la que las mujeres proletarias luchaban. La economía del mundo descansa sobre el trabajo gratuito de las mujeres. Las mujeres son las personas que acompañan, cuidan y hacen un trabajo sostenido alrededor de niñas, niños, adolescentes y adultos mayores; olvidando generalmente el propio desarrollo. Podría decirse que ser mujer es una categoría de clase social inferior a la proletaria, se padece de explotación sin paga. Y que las causas de las mujeres no sean un medio, ni una reserva utilitaria de ningún partido, nos paramos en favor de todas, reconociendo y discutiendo la circunstancia de todas, lo demás es machismo. Transitar hacia un mundo más justo es ver las aristas de la estructura social que no son reciprocas, nos corresponde a todos romper con la desigualdad. Dialoguemos juntos sobre la forma en la que el “post-neoliberalismo” debe ser, puede ser o será. Las mujeres no serán medio para nadie, ni para nada; son personas dignas con derechos y deseos propios.