jueves, mayo 08, 2008

DESPUÉS DEL CANSANCIO

Es casi la una de la mañana. Ya se durmieron. No sé por qué no tengo sueño. Tal vez el café o tal vez el trascansancio. Los veo dormir, no les hago ruido, los tapo, les apago la televisión, la luz. Me entran un mil miedos imaginarios, posibles, pero imaginarios porque no son realidad en este momento. Espanto esos miedos, los vuelvo a espantar. Parecen moscas indues ante un dulce de leche.
Mi agenda está vacia, sólo dice; " verduras, pan". Todos mis sueños de grandeza los tengo domesticados en doble cadena debajo de mi pie derecho. Sólo me han estorbado.
He sido autodestructiva, conflictiva, viceral y colérica entre otras monadas, pura pérdida de tiempo. Me asombra el amor que siento por Manuel y por Marina porque antes estaba seca, me parecía cursi, ñoño, torpe y de gente débil (común). Me sentía genial, talentosa y poderosa.
Desde que ví a Marina, en el primer ultrasonido como un granito de arroz con su corazón latiendo como perrito cansado, no dejo de asombrarme del poder con el que la vida se abre camino. La vida por sí misma es muy poderosa, indestructible, volutariosa, necia y muy hermosa.
No me considero bonita, pero Marina y Manuel me parecen muy hermosos. En realidad bellos, los dos.
Tengo el compromiso de producir muy bien a Marina, lo mejor que pueda.
Ciao. Besos. Ciao.

1 comentario:

YO SOY EL QUE YO SOY dijo...

Paola, qué lindo es leerte y qué bonito escribes. No tengas miedo, concentrate en disfrutar de la vida y tu hija y Manuel y cada cosa que tienes, que son muchas. La vida misma te va a entregar en su momento lo que mereces, que también es mucho. No la presiones, haz de cuenta que pudieras verte desde el futuro y cuánto te enojaría darte cuenta lo mucho que te preocupabas sin que fuera necesario, todo lo bueno va a pasar. Hasta la infancia de Marina, entonces disfrútala mucho, que al rato ya te va a estar diciendo de cosas y no le vas a poder parar la boca.

A pesar de lo que dices de tus sueños encadenados, te percibo tranquila y eso me da mucho gusto, debo confesar que era algo que me preocupaba, te veía reflejada en mi espejo de egoísmo y poder desmedido y no me cabía en la cabeza que te dieras el tiempo para ser mamá feliz. Qué gusto comprobar lo contrario.